viernes, 20 de noviembre de 2009

La carretera del túnel de Guoliang, en China

El camino en las montañas Taihang fue construido por los aldeanos locales de una comunidad china en 1972. Cuenta la historia que anteriormente la vía del túnel Guoliang, estaba hacia las afueras de las montañas, pero que un buen día, los pobladores decidieron rediseñarlo desde el interior, y es así que cinco años después de iniciada las obras, se pudo abrir el tramo.














Se tardó cinco años en terminar el túnel de 1200 metros de largo que tiene unos 5 metros de altura y 4 metros de ancho…verdaderamente impresionante.
































Lo más increíble de todo esto, son los grandes ventanales que no siguen una estética determinada, por lo que puede hallar grandes, pequeñas y hasta en diferentes formas y desde donde se puede apreciar una maravillosa naturaleza.




Más informacion:
deiszumon.-

Ruta del Monte Huashan (Escaleras hacia el cielo)

La ruta turística más peligrosa del mundo.


El Monte Huashan tiene un encanto especial que le hace distinto al resto de montañas del mundo: primero porque es una de las Cinco Montañas Sagradas de China, y segundo por sus peligrosas rutas que es necesario atravesar para llegar a su pico. Para llegar al monasterio se debe caminar por las laderas de roca misma, a veces con la espalda contra la pared por senderos de no más de 30 centímetros los cuales son sujetados por cadenas oxidadas y estacas de dudosa solidez. Aquí algunas imagenes.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Suicidios Famosos

El primer suicidio de la Historia



El primer suicida al que la Historia dedica unas líneas es Periandro (siglo VI a.C.), uno de los Siete Sabios griegos. Diógenes Laercio contó cómo el tirano corintio quería evitar que sus enemigos descuartizaran su cuerpo cuando se quitara la vida, por lo que elaboró un plan digno de Norman Bates. El monarca eligió un lugar apartado en el bosque y encargó a dos jóvenes militares que le asesinaran y enterraran allí mismo. Pero las órdenes del maquiavélico Periandro no acababan ahí: había encargado a otros dos hombres que siguieran a sus asesinos por encargo, les mataran y sepultaran un poco más lejos. A su vez, otros dos hombres debían acabar con los anteriores y enterrarlos algunos metros después, así hasta un número desconocido de muertos. En realidad, el plan para que el cadáver del sabio no fuera descubierto era brillante, pero en lugar de un suicidio tenía visos de masacre colectiva.





El suicidio más tonto






John Berryman (1914-1972) El autor de ‘Homage to Mistress Broadsheet’ tuvo desde niño una relación cercana con el suicidio. A los 12 años descubre el cadaver de su padre, que acaba de pegarse un tiro. Esta imagen inspira sus famosas 77 canciones del sueño poemario que acabó ganando el Pullitzer de poesía. Junto con His Toy, His Dream, His Rest publicado en 1968, conforman su libro Dream Songs al que debe gran parte de su fama. Aunque Nick Cave sea fan suyo, los que le conocieron hablaron de su caracter imposible: perverso, alcóholico y manipulador. En 1972, sumido en la desesperación salta al Missisipi desde un puente de Minneapolis, con tan mala suerte que no cae al agua y muere asfixiado con la cabeza atrapada en el barro de la orilla.




El suicidio más espectacular




Yukio Mishima (1925-1970) Enamorado del pasado de Japón y enemigo acérrimo de la sociedad nipona occidentalizada de post-guerra , sus novelas destilan un aire rancio y conservador en sus peores pasajes, poético y espiritual en los mejores. Su obra más importante es la tetralogía de novelas El mar de la fertilidad‘. El 25 de Noviembre de 1970, después de entregar a su editor el manuscrito del libro que completaba la saga, Mishima se dirigió con tres compinches a un cuartel del ejército japonés. Entraron en la oficina del general, le ataron a una silla y Mishima salió al balcón del despacho. Anunció que estaba dando un golpe de estado y empezó a leer su lista de demandas, que incluían la vuelta del emperador. Los soldados se mofaron de él, y Mishima, dentro de la oficina, se practicó el suicidio ritual del seppuku rajándose el vientre. Un suicidio lento y doloroso, en el que los jugos gástricos van poco a poco corroyendo los órganos. Cuando ya había sufrido lo bastante, y siguiendo las normas que indica el ritual, un compinche intentó cortarle la cabeza, pero falló por tres veces. A la cuarta, consiguió separársela del cuerpo.




El suicidio más ordenado




Robert E. Howard (1906-1936) No tan olvidado autor de novelas baratas, aunque las veces que se le recuerda siempre es por tres cosas: fue íntimo amigo de Lovecraft, creó el personaje de ‘Conan el bárbaro’ y perpetró un meticuloso suicidio. Cuando su madre entró en coma, Howard primero asegura el futuro de su obra, después pide prestado un revólver y pregunta a un médico sobre las posibilidades de sobrevivir a un disparo en la cabeza. La víspera de su suicidio reserva tres nichos en el cementerio local (uno para su madre agonizante, otro para su padre anciano y un tercero para él mismo) y al día siguiente se dispara un tiro en la cabeza en el interior de su coche. En su nota de suicidio reproduce unos versos que escribió cuando tenía 10 años, así que imaginamos que también los tenía a mano y preparados para el momento fatídico.

El suicidio con más sentido del humor



Eugene Izzi (1953-1996) Escritor de novelas policiacas, plantea su suicidio como un enigma para la policía, que casi parece sacado de uno de sus libros: En la madrugada del 7 de diciembre de 1996 se cuelga de la ventana de un piso catorce de un edificio céntrico de Chicago. A la mañana siguiente, la policía acude y confundida, encuentra que el cadaver de Izzi lleva puesto un chaleco antibalas. En los bolsillos de la chaqueta del ahorcado encuentran puños americanos, un spray anti-violadores y varios disquettes con parte de su obra. Cuando entraron en su casa, descubrieron varias pistolas cargadas, así como otras pistas falsas.





El suicidio más dificil




Attila József (1905-1937) Este atormentado y revolucionario poeta húngaro no destacó en vida por su suerte o habilidad con los suicidios. El primer intento de acabar con su vida fue ingiriendo cincuenta aspirinas, que aparte de espantosos dolores de estómago no le causaron gran daño. La siguiente vez, tragó un veneno que resultó inocuo. La tercera, se tumbó en las vías de un tren, pero fracasó porque el tren había atropellado a otro suicida antes y se había detenido. Ya por fin en su cuarto intento consiguió poner fin a su vida dejándose arrollar por un tren, que esta vez no paró.




El suicidio más visionario



Paul Lafargue (1942-1911) Casado con la hija de Marx, Lafargue fue el introductor del socialismo en España; sin mucho éxito por la popularidad de las ideas anarquistas en aquella época en nuestro país. Aparte de escribir la obra maestra (aquí el jurado sí que habla con conocimiento de causa) El derecho a la pereza, dedica toda su vida a difundir la obra de su nuero. En su nota de suicidio escribe “Muero con la suprema alegría de tener la certeza de que muy pronto triunfará la causa a la que me he entregado desde hace cuarenta y cinco años” No entramos en la cuestión de si puede considerarse un triunfo del marxismo o no, pero apenas seis años más tarde los bolcheviques se hicieron con el poder en Rusia.





El suicidio más freudiano






















Ex-aequo: Vachel Lindsay (1879-1931)/Charlotte Mew (1869-1928) Poeta estadounidense y vagabundo él, es célebre por ser uno de los primeros en sentar las bases de la crítica cinematográfica, así como por su poema onomatopéyico The Congo. Poetisa inglesa a caballo entre la lírica victoriana y la moderna ella, fuma, viaja sola y se viste como un hombre, para escándalo de los idem de aquel tiempo. Poeta él y poetisa ella, comparten un método de suicidio sorprendente: ambos se beben una botella de Lysol, un desinfectante vaginal de la época, para acabar con sus vidas.




El suicidio con el que el jurado se siente más identificado



Ferdinand Raimund (1790-1836) De orígen muy humilde, su rostro acabó en los billetes de 50 chelines austriacos. Dramaturgo nacional del país centroeuropeo, consiguió la celebridad por criticar y hacer sátira de las costumbres de sus contemporáneos. Pese a tanta risa y tanta mala baba a costa de los (para él) grotescos austriacos, acaba suicidándose por motivos bastante ridículos: le muerde un perro y aterrorizado ante la posibilidad de haber contraído la rabia, acaba con su vida.





El suicidio más exagerado




Raymond Roussel (1877-1933): Un dandy viajero, millonario y drogadicto publica Locus Solus e Impresiones de África, con un inimitable estilo basado en la homofonía. Aunque más que por su obra se le recuerda por ser autor de cabecera de los surrealistas, los oulipo y los escritores de la nouveu roman. A la hora de su suicidio no quiso dejar abierta la puerta al fracaso. Según cuenta Leonardo Sciacia (su único biógrafo) ingiere 16 ampollas de Somnothyril, quince de Sonéryl, diez de Hypalène, once de Lutonal, ocho de Phanadorme, una caja de Declonol, un frasco de Hyrpholene, diez ampollas de Neurinare y doce de Veriane para suicidarse. Sobra decir que lo consigue.




Premio al suicidio más poético




José Asunción Silva (1865-1896) Romántico tardío o modernista primitivo, este poeta colombiano de corta e influyente obra, escribe Nocturnos, fragmentos de los cuales aparecen en cualquier antología de poesía hispanoamericana. Corta obra porque en un naufragio, pierde casi todos sus escritos, la inmensa mayoría de los cuales no habían sido aún publicados. Este hecho y la muerte de su hermana Elvira, quien se cree que fue su gran amor, le trastocaron profundamente y se vio empujado al suicidio. Un día antes de suicidarse de un disparo, le pide a su médico, el doctor Manrique, que le dibuje sobre la piel el lugar exacto que ocupa el corazón.


Premio al suicidio más aparatoso




Nicolás de Chamfort (1741-1794) Escritor parísino, brillante y mundano es mucho más conocido por sus citas y epigramas que por cualquiera de sus libros. Durante la Revolución Francesa, se opone al Terror de Robespierre y es encarcelado durante un breve periodo de tiempo. Aterrorizado ante la posibilidad de volver a ser detenido y procesado, se pega un tiro en el paladar, con tan mala suerte que se destroza la nariz y la mandíbula pero no se mata. Toma entonces un abrecartas de su escritorio y se apuñala varias veces en el cuello, sin éxito. Desesperado, lo intenta en el pecho y en la pierna, pero pierde la consciencia antes de conseguir matarse. Lo encuentra su criado en un charco de sangre y Chamfort acabará sus días en un hospital entre, imaginamos, un dolor considerable.





La familia suicida



Horacio Quiroga (1878-1937) A la tierna edad de tres meses es testigo de como su padre se quita la vida disparándose en la cabeza con una escopeta. Su madre vuelve a casarse y después de cinco años de matrimonio, el padrastro se suicida con idéntico método al que había usado su padre biológico. Con el tiempo, el joven Quiroga se hace profesor de castellano en el Colegio Británico de Buenos Aires y se casa con una alumna, que en 1915 se suicida bebiendo un líquido para revelar fotografías. Mantiene un breve idilio y una larga amistad con Alfonsina Storni (quien se suicidaría 20 años después arrojándose al mar) en la siguiente etapa de su vida. Un amigo le consigue el puesto de cónsul de Uruguay en la capital porteña, y lo pierde después de que el mismo amigo se suicidase. Un año y un día antes de que se quite la vida su gran amigo Leopoldo Lugones (arsénico), Quiroga ingiere una dosis letal de cianuro. Poco más tarde se suicidaría su hija mayor, Eglé y a su único hijo varón, Darío, le tocó el turno en 1951.





Premio al suicidio más estúpido





Michael Strunge (1958-1986) Poeta noruego influenciado por The Cure y Joy Division (¿Robert Smith es una influencia literaria válida?) se convierte en el bardo de culto de los góticos nórdicos. En una de los permisos para salir del psiquiátrico en el que lleva ingresado cinco años, Strunge salta desde la ventana del piso de un amigo. Sus últimas palabras fueron “¡Mirad! ¡Puedo volar!”.






Un suicidio en conjunto



Hitler y su mujer, Eva Braun, se suicidaron juntos. Entraron a una habitación, cerraron la puerta y Hitler se disparaba un tiro a la cabeza mientras Eva ingería veneno.






Un suicidio por seguir una moda




Hannah Bond “niña emo” de 13 años se suicido en su cuarto, despues de dos semanas de haber entrado al estilo emo ella era fan de my chemical romance y supuestamente estaba obsesionada con el disco The Black Parade y con la muerte, empezo a cortarse y a llenar sus paginas de internet tales como bebo de fotos de chicas con las venas cortadas u ositos rosados colgados del cuello llenos de sangre, My Chemical Romance es una banda acusada de promuever el suicidio. se ahorcó con una corbata para impresionar a sus compañeros. La joven, originaria de East Peckham, dejó una nota suicida en la que empleó el pseudónimo “Desastre viviente”. Al regresar de casa de un amigo, Hannah Bond le dijo a sus padres “que se quería matar”, quienes le respondieron “No seas tonta”. La adolescente fue encontrara colgada en una litera una hora después de su advertencia.





Suicidios famosos


Kurt Cobain se disparó con una escopeta a la cabeza. En su úlimo disco cantaba “Me odio y quiero morir”. Fue uno de los suicidios más polémicos. El cantante era politoxicómano y se dice que eso le llevó al borde de la locura y la depresión.






El cantante de The Doors murió de sobredosis. Lo que últimamente se ha descubierto es que padecía depresión por su adicción a la cocaína y que esta sobredosis fue preparada por él mismo para que lo matase mientras se daba un baño.


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deiszumon.-